Una nueva actitud.

Por Enrique Conde

¿Qué actitud asume una persona para enfrentar el dolor que le produce un sufrimiento?

Lo hace de frente, ¿verdad?

Debemos vivir con fe absoluta, que no es fe en algo o en alguien, pues el algo o el alguien siempre podrían defraudarnos, sino fe en sí mismo, fe en sus propios valores como ser humano.

La fe absoluta se refiere a un conocimiento de la realidad enfrentándola con aceptación del destino y con un compromiso total y absoluto de la tarea a realizar.

Esa es la fe absoluta del hombre: coraje, aceptación del destino y compromiso total con la realidad y la tarea a cumplir.

¿Cuál es la tarea a cumplir para un padre que ha perdió un hijo?

Su tarea es preservar la familia, preservar los hijos y preservarse a sí mismo.

Esa es la tarea que hay que encarar con coraje, encarar con aceptación un destino que no puedo cambiar.

La vida nos sorprende, continuamente, y cuando creemos que ya hemos aprendido todo, tenemos que seguir aprendiendo y cuando creemos que no nos vamos a volver a caer, porque ya tuvimos la máxima caída, nos volvemos a caer.

El mensaje de Renacer, enseña a levantarnos, una y mil veces, todas las veces que sean necesarias.

Cada situación difícil o dolorosa que vivamos, que seguramente, no no va a ser la última, podrá haber otras, porque estamos seguros que ésta es la peor, pero no la última y cuando uno cree que ya no tendrá más reservas, aparece una nueva fuerza y esa fuerza es infinita.

Tenemos un mecanismo que nos defiende en las crisis existenciales y ese mecanismo es la fuerza indómita del espíritu, que puede emerger ante una crisis, si le damos la oportunidad de que emerja.

Lo que el Mensaje de Renacer hace, es ayudar a despertar la fuerza indómita del propio espíritu de cada ser humano, que espera latente, que la convoquen con cada actitud.

El desafío no es lamentar lo perdido, sino encontrar los nuevos caminos que se abren a partir del sufrimiento humano, que son caminos de esperanza, de amor, de solidaridad, de compasión, de tratar de ser mejores; ese es el desafío al que nos enfrenamos todos los días de nuestra vida.

Todo depende, de la actitud nuestra, de cómo nosotros vivamos cada día de nuestra vida, de cómo nos enfrentemos a cada día que la vida nos presenta.

Debemos levantarnos con renovada fuerza y capitalizar cada una de estas experiencias difíciles y dolorosas, que nos pasen y vivir la vida emergiendo cada vez como seres más fuertes, más compasivos, más generosos.

Es como esos barriles sin fondo, cuando uno cree que no tiene más reservas, estas fuerzas aparecen, nos vienen de arriba y pasan a través nuestro y no tenemos un caudal definido de fuerzas, es un caudal infinito para siempre, ¡sí, es para siempre!

De modo que no achicarse frente a la vida, no hay que perder la sonrisa y no hay que perder las ganas de vivir.

Eso lo tenemos que demostrar cada día de nuestra vida, en donde nos movamos, en nuestras actividades diarias, seamos verdaderos seres humanos que hemos entendido el mensaje.

Significa un gran desafío, renunciar a muchas cosas, pero, por sobre todo, significa renunciar a las emociones que son encontradas, violentas, opuestas, renunciar al dolor desesperado, pero sólo se puede renunciar a algo, por algo más elevado, algo que de por sí, dé sentido a esa renuncia que es el amor, ya sea éste, por los hijos, los que no están, por los que están y nos reclaman, por la vida, por un ser a quien amar, por nosotros mismos.

Podemos observar, que aun frente repetidas crisis, o ante repetidos desafíos de la vida, seguimos encontrando fuerza. Una prueba de esto son los padres que pierden más de un hijo, esos padres nos muestran, sin lugar a dudas, que el caudal de fuerza y la capacidad de respuesta del hombre, es inagotable.

La capacidad de repuesta del ser humano ante los interrogantes que la vida plantea, es y será siempre inagotable.

Como seres únicos e irrepetibles que somos, merecemos vivir una vida plena de sentido, y nuestro desafío, yace en descubrir y aceptar la tarea que aún nos reserva la vida.

Nadie puede vivir nuestra vida por nosotros, el grupo puede sostenernos, apoyarnos, amarnos y guiarnos para encontrar nuestro propio camino, pero no puede cargar nuestra cruz individual.

Nuestra oportunidad se encuentra en la forma en la que llevamos nuestra carga; saber que nuestro sufrimiento puede tener un sentido, nos ayuda a darnos cuenta de la oportunidad de crecimiento personal y espiritual inherentes al sufrimiento, haciéndolo más fácil de sobrellevar.

El Mensaje de Renacer, al ayudar al hombre a tomar conciencia de su responsabilidad, lo lleva al máximo despliegue posible de la fuerza indómita del espíritu, para asumir el sufrimiento, entonces, la conciencia vaga de responsabilidad se convierte en la conciencia específica de misión, con una tarea personal muy concreta.

Estamos en condiciones de requerirle a ese hombre sufriente, que frente a su igual en la tragedia, se haga las preguntas que fueran planteadas por el Rabino Hillel 70 años antes de Cristo: ¿Si no lo hago yo, quién lo hará?; ¿Si no lo hago ahora, cuándo lo haré?; ¿Si lo hago sólo por mí, entonces, qué soy yo?

Nada hace al hombre más capaz de superar su sufrimiento como la experiencia vivida de tener una misión especial en esta vida.

Quienes adoptan esta actitud, no imponen valores, y respetan, absolutamente, la libertad de todos y cada uno de los seres humanos que tratan.

Es un cambio totalmente radical, ya no somos las mismas personas, no podemos serlo, entonces tengo que elegir.

¿Qué opciones tenemos?

Sólo ser una mejor persona o ser una peor persona, no hay otra.

Quien pretenda transitar por la vida de la misma manera, se va a dar cuenta que es un absurdo.

Ineludiblemente, tenemos que decidir si queremos ser mejor persona o queremos ser peor persona.

Ser una peor persona es muy fácil, ni siquiera hay que levantarse de la cama, no hay que hacer ningún esfuerzo, ni siquiera hay que contestar cuando alguien le hable.

Ser una mejor persona, ese es el desafío que nos deja un hijo cuando se ha ido, ¿tenemos la obligación moral de transformarnos en una mejor persona o no la tenemos? Sí, la tenemos.

Si no cumpliéramos con esa responsabilidad, después aparece algo que se llama culpa.

El hombre se sentirá culpable, no por lo que ha sucedido, sino por lo que tiene que hacer y todavía no lo ha hecho.

La culpa no está en el pasado, está en el futuro, por lo que hacemos, por la actitud que asumamos.

Tenemos que darnos cuenta que a nosotros nos ha cambiado la existencia, si no nos damos cuenta, nunca vamos a salir adelante.

El desafío es qué hacer de ahora en adelante, qué voy a hacer yo, qué va a ser de mi vida.

Tengo que pensar primero: cómo voy a sufrir lo que tengo que sufrir, si dignamente o miserablemente, segundo: qué voy a ser yo dentro de cinco años.

¿Voy a ser una persona amargada, vencida por la vida, inútil para la sociedad, sin ningún valor?

Si eso es lo que va a pasar, entonces, lo que ustedes harían es hacer de ese hijo su verdugo.

¿Eso es lo que quieren hacer?

Si dicen que no, que no es eso lo que quieren, entonces, tienen que tomar las riendas de sus vidas, porque nadie las puede tomar por ustedes.

Son ustedes los que tienen que tomar las riendas de sus vidas y hacerse cargo de ella.

Cuando nosotros decimos que la pérdida de un hijo no da derechos sino que da responsabilidades, ésta es la responsabilidad de la que hemos estado hablando.

No podría ser de otra manera que con fe en sí mismo, porque si no el padre estaría dando un mensaje equisofrénico, si le decimos a nuestra familia que estamos bien, que todo va a salir bien y estamos hechos una piltrafa.

Es lo mismo que si alguien le dice a los chicos que hay que ser honestos y después en el negocio no da factura o no da tikets, entonces, los chicos ¿qué es lo que van a ver? van a ver lo que los papás hacen y no lo que los papás dicen.

Una vez más nos damos cuenta que nosotros somos responsables no de las palabras, somos responsables de nuestros actos, de nuestra actitud.

. Podemos afirmar que aquella persona que lleva luz a los demás no la puede separar de sí mismo.

Entonces alguien tiene que ser el faro, alguien tiene que pararse, mantenerse erguido y decir, con su actitud, acá estoy, yo soy el referente, yo puedo atravesar esto sin destruirme.

Al sufrimiento no podemos superarlo, solamente podemos darle un sentido y sentido es aquello que es bueno para mí, es bueno para los que me rodean y es bueno para la vida.

Si no cumple este triple requisito de condicionalidad, es una opción contraria al sentido.

Si alguien dice que se sumerge en el trabajo y se pregunta ¿es bueno? para él puede ser bueno; ¿es bueno para mi familia? No. No es bueno, ¿es bueno para la vida? ciertamente no, entonces es una opción contraria al sentido.

Cada vez que se elige hay que pensar si esto que voy a hacer es bueno para mí, si va a ser bueno para quienes me rodean y si tiene valor para la vida; si es así lo hago, si no, no.”

Es muy difícil, terriblemente difícil, es una de las cosas más difíciles de la vida, pero les pregunto ¿no es difícil vivir como estaban viviendo?

Es difícil y horrible vivir como vivimos cuando se pierde un hijo, entonces, ¿por qué no elegir entre un extremo difícil y otro extremo difícil, aquel que sea mejor y no lo peor.

Para vivir mal, no hay que hacer nada, pero si ustedes están en Renacer, es porque quieren hacer algo. La pregunta es ¿Qué van a hacer? ¿Qué van a elegir?

Renacer muestra un camino, cada uno tiene la libertad de elegir.

Viernes 19 de AbriL de 2019

Eiségesis de lo expresado por sus iniciadores Alicia y Gustavo Berti, recopilado por Enrique y Ana Doris, con el aura de Ulises y el recuerdo más dulce que pueda existir para nuestra querida dulce Ana junto a Enriquito.

De Renacer Congreso – Montevideo, Uruguay

“Por la Esencia de Renacer.